El pasado mes de junio, la Asociación Internacional de Universidades Jesuitas (IAJU) se reunió en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia. Presidida por rectores y líderes de instituciones jesuitas de todo el mundo, esta cumbre fue un espacio de reflexión profunda, colaboración y planificación estratégica frente a los retos globales más acuciantes.
Las universidades jesuitas celebraron en Bogotá una asamblea histórica para definir el futuro de la educación superior

Durante los días de encuentro, los delegados abordaron numerosos desafíos actuales, incluyendo la migración, la crisis democrática, la sostenibilidad del planeta, el impacto de la inteligencia artificial, la salud mental y la creciente secularización. Se hizo especial hincapié en la migración y la situación de las personas refugiadas: se compartieron experiencias prácticas y ejemplos de cooperación en contextos fronterizos, donde distintas universidades jesuitas habían implementado proyectos de acompañamiento, apoyo psicosocial y formación para migrantes y refugiados, demostrando el valor de la colaboración académica y pastoral.
En su discurso celebrado en 2022 en Boston College, el P. Arturo Sosa, S.J., Superior General de la Compañía de Jesús, había invitado a los miembros de la IAJU a reflexionar sobre su identidad propia: “estamos aquí para buscar un discernimiento que conduzca a decisiones compartidas sobre lo que caracteriza a nuestras instituciones… cuál es esa cualidad ‘especial’ o única que caracteriza su modo de insertarse en el momento presente en la construcción del futuro deseado”. En Bogotá, ese llamado se tradujo en mesas de trabajo y talleres prácticos orientados a definir qué significa hoy la educación jesuita en un mundo marcado por migraciones masivas, democracias frágiles y crisis medioambientales.
Ubicada en su histórico campus bogotano, la Javeriana —fundada en 1623— ofreció el entorno ideal para este encuentro internacional, que no sólo reunió rectores, sino también académicos, expertos y agentes pastorales que compartieron proyectos interdisciplinarios. Entre ellos se destacaron iniciativas que integran la psicología, el derecho y la educación para atender a las personas desplazadas y refugiadas, generando modelos replicables en otras regiones. El énfasis en el “modo propiamente jesuita de proceder”, expresó el P.General, se manifestó en un compromiso conjunto por la unidad del saber: las humanidades como ancla para fomentar la esperanza, las ciencias como motor de innovación, y la pastoral como guía para el cuidado de “nuestra casa común”. Este enfoque integrador se vio reflejado también en casos presentados donde universidades trabajaron en red con ONG y autoridades locales en zonas fronterizas, pilotando documentos de buenas prácticas en acogida, integración y acompañamiento espiritual.