El reconocido filósofo y teólogo Francesc Torralba protagonizó el pasado viernes en IQS la conferencia «Ética de la Inteligencia Artificial», organizada por IQS Alumni. Durante su ponencia, exploró los desafíos éticos que plantea la expansión de la inteligencia artificial generativa en la sociedad y las organizaciones, destacando la urgencia de crear comisiones interdisciplinarias para guiar su desarrollo. El evento también contó con la participación de Miquel Gassiot Matas, rector de la URL entre 1994 y 2002 e ingeniero químico por IQS-URL.
IQS acoge una conferencia sobre ética e inteligencia artificial de la mano de Francesc Torralba
Una disrupción tecnológica exponencial
Torralba describió el momento actual como una «disrupción tecnológica exponencial» que afecta todos los aspectos de la vida, desde el trabajo y las relaciones personales hasta la investigación y la información. Explicó cómo existen dos perspectivas predominantes ante esta realidad: una mirada tecnofílica que celebra las oportunidades de la inteligencia artificial y otra tecnofóbica que enfatiza los riesgos, como la deshumanización y el control social. Según el filósofo, el reto es encontrar un equilibrio entre estas dos posturas.
“Garantizar la transparencia de los algoritmos y su explicabilidad es esencial, pero no sencillo”, afirmó Torralba, quien señaló que los lenguajes especializados de la tecnología dificultan la comprensión de sus procesos por parte de la sociedad. Esta desconexión convierte a la IA en una «caja oscura» que impide realizar juicios críticos.
Decisiones humanas en manos de la IA
Una de las preocupaciones centrales de Torralba fue el creciente papel de la IA en la toma de decisiones, una facultad hasta ahora reservada a los seres humanos. Destacó que la IA no es una herramienta convencional, sino una tecnología que aprende y evoluciona, lo que exige una profunda reflexión sobre qué decisiones deben delegarse y bajo qué criterios.
“No debemos perder el tiempo en debates hipotéticos sobre el futuro lejano de la IA, sino centrarnos en los desafíos actuales y en garantizar un uso adecuado”, señaló.
Inclusión y pluralidad: claves para un desarrollo responsable
Otro tema destacado fue la necesidad de abordar la brecha digital que puede excluir a muchas personas del nuevo paradigma tecnológico. Para Torralba, es imperativo establecer comisiones interdisciplinarias que evalúen los algoritmos y sus criterios de forma inclusiva. “Estas comisiones deben reflejar la diversidad de la sociedad, incluyendo a jóvenes, mayores, representantes de diferentes culturas y religiones”, argumentó. Aunque admitió que la diversidad complica alcanzar consensos, también señaló que garantiza una mayor representatividad.
El papel de la universidad en la ética de la IA
En sus reflexiones finales, Torralba subrayó que la ética de la inteligencia artificial debe abordarse en comunidad, combinando conocimientos técnicos y humanísticos. “El humanista no entiende las entrañas técnicas y al tecnólogo le cuesta identificar los dilemas éticos”, puntualizó. Por ello, consideró que la universidad es un lugar idóneo para fomentar el diálogo y el análisis de estos temas, promoviendo una ética colaborativa y plural.