“Desde IQS, y a través del clúster TIC+Turismo promovido por ACCIÓ, queremos contribuir a transformar el sector turístico con las nuevas tecnologías, a la vez formar el talento necesario para entenderlas y aplicarlas con éxito en el sector.
¿Por qué es tan importante apostar por un turismo sostenible?
Que el turismo sea sostenible, ¡es básico! Lo que nos resulta atractivo de un destino turístico es la vida de otras personas y que sea un buen lugar para vivir, esto es lo que nos atrae de los lugares: cuanto mejor sean para la gente que vive allí, mejor será para los turistas. Los residentes deben tener condiciones de vida medioambientales, económicas y sociales que aseguren que aquel destino que se ofrece es justo y bueno para los residentes y, por tanto, lo será también para los visitantes. En caso contrario, el turismo puede acabar generando efectos perversos: pensemos en un lugar donde se viva con cierta tensión (social, económica y medioambiental) y donde se sumen contingentes de turistas que no se impliquen, ocasionando su propio impacto – medioambiental por las emisiones en el propio viaje, generación de residuos por su estancia y consumo, impacto en el consumo de agua y energía en estancias en hoteles de más categoría, etc. – y además compartiendo espacios con los residentes, limitándoles sus actividades, provocando inflación económica, etc. Si los destinos turísticos no están ‘preparados’, se acaba provocando una carga extraordinaria, incluso psicológica – “la presencia de los turistas en este barrio es insostenible” – en los residentes. De hecho, la carga psicológica es uno de los elementos que se utilizan en medidas de impacto turístico en un área, y es la primera que aflora.
“La sostenibilidad del turismo es básica, lo que nos atrae de un destino es que sea un buen lugar donde vivir”
El turismo lleva en su ADN el gen de su propia destrucción, porque lo que nos empuja a hacer turismo es la atracción por un lugar y una forma diferentes a nuestro entorno habitual. Y esto, repetido en muchas personas, crea un volumen de afluencias a un lugar que acaban transformándolo… hasta un punto en el que el lugar pierde su atractivo inicial como destino turístico, fomentando la atracción de otros grupos menos exigentes y generando una corriente de degradación hacia unos visitantes menos sensibles por la belleza, vida y cultura del lugar, por ejemplo, que llegaran buscando otro tipos de actividades.
¿Y cómo podemos gestionar esto?
Pues esta es la gran cuestión: como poder asegurar que nos quedamos solo con los impactos positivos del turismo, y minimizamos y/o anulamos todos los impactos más negativos que pueda generar.
Tradicionalmente, los organismos públicos y de cooperación público-privada del turismo se dedicaban básicamente a la promoción turística, especialmente en las ciudades. Desde hace un par de décadas, estos organismos – como es “Turismo de Barcelona” – ya intervienen más en la gestión de los efectos de la actividad turística, se preocupan más por una distribución uniforme del turismo en todo el territorio, intentado que los ciudadanos no vivan negativamente la presencia de la actividad turística, aspecto que preocupa bastante al ciudadano local actualmente.
¿Cómo surge tu interés por la sostenibilidad de la actividad turística?
Yo soy antropólogo de formación, donde existe la sub-disciplina de la Antropología del Turismo, centrada en los conflictos del turismo y considerando los puntos que ya hemos comentado, que los más olvidados en temas turísticos son los propios residentes de los destinos. Está muy interesada en las relaciones entre residentes y turistas, los problemas que se pueden generar y como se puede llegara transformar un entorno en favor de la demanda turística.
Uno de los temas que siempre me ha interesado es la Cooperación con el Desarrollo, durante tres años y medio fui cooperante de Intermon Oxfam en Bolivia. Cuando empecé a impartir clases de Turismo y Sostenibilidad, la primer asignatura que impartí fue ‘Turismo y Desarrollo Comunitario’, para transmitir la idea de cómo podemos hacer del Turismo una herramienta de desarrollo de las comunidades y de los pueblos con necesidades, intentando poner en valor la riqueza de la historia, el entorno y la cultura de muchas comunidades en todo el mundo, y captar recursos que les faciliten su desarrollo humano y económico, para así incrementar sus marcadores de bienestar.
En el 2003, lideré un grupo de trabajo dentro de la Organización Mundial del Turismo, que tenía como objetivo establecer unos procedimientos para la aplicación del Código Ético Mundial de Turismo, trabajo que acabó configurando la actual cátedra de Turismo, Sostenibilidad e Innovación de IQS, de la cual soy el director.
“La actual cátedra de Turismo,sostenibilidad e Innovación de IQS se basa en la aplicación del Código Ético Mundial de Turismo”
Háblanos del proyecto del nuevo clúster TIC+Turismo que estáis poniendo en marcha desde ACCIÓ.
El clúster se ha constituido este mes de marzo. Su objetivo es crear un nudo de inteligencia y colaboración entre empresas, la Administración y centros de conocimiento, para desarrollar e impulsar la digitalización del sector turístico en Cataluña y la trasformación digital de muchos modelos de negocio turístico, para hacerlos más eficientes, más sostenibles y con mayor valor añadido para nuestra economía. Participan empresas tecnológicas, del mundo del viaje y del alojamiento, para poder hacer esta transformación de los modelos de negocio e incorporar a la actividad turística elementos tecnológicos que mejoren su propia actividad. Tendríamos que ser capaces, por ejemplo, de poder monitorizar en tiempo real el flujo de turistas en determinadas atracciones, mediante elementos de internet de las cosas (IoT); o de poder distribuir los turistas que desembarcan de un crucero, para evitar que vayan todos a la vez a los mismos lugares. Podemos ir aún mucho más allá.
¿Cuáles serán las aportaciones al clúster desde IQS?
Por parte de nuestro centro universitario, participamos el Dr. Albert Fornells, Jefe del Departamento de Métodos Cuantitativos de IQS, y yo mismo. Nuestra aportación es la investigación aplicada de asesoría al sector turístico con aplicaciones de soluciones basadas en inteligencia artificial (IA), con las ventajas que ésta les aporta. Por un lado, desde IQS queremos contribuir a transformar el sector turístico con las nuevas tecnologías, acercándolas a las empresas y dotarlas de criterio estratégico para utilizarlas. Pero por otro lado, queremos contribuir también a la formación del talento que sea capaz de entender estas novedades tecnológicas en el negocio del turismo y poder aplicarlas con éxito.
Eres también miembro de diferentes comités relacionados con la sostenibilidad del turismo. ¿Qué colaboraciones tienes explícitamente con el Ayuntamiento de Barcelona?
Actualmente, soy miembro del comité científico para la certificación Biosphere, una certificación para destinos sostenibles, impulsada por el Instituto de Turismo Responsable y dirigida a las empresas turísticas. También soy miembro de la Junta del Compromiso para la Sostenibilidad turística, vinculada al Ayuntamiento de Barcelona dentro del programa ‘Barcelona Sostenible’. También formo parte del Círculo de Turismo de la Diputación de Barcelona, como asesor.
Recientemente, me he incorporado en calidad de experto al ‘Consell de Turisme y Ciutat’ de Barcelona (CTiC), un organismo de gobernanza constituido en 2016 donde participan representantes de los diferentes distritos, de organizaciones empresariales, del propio ayuntamiento y expertos independientes, para hablar y debatir de los efectos de turismo en la ciudad, como gestionarlo, como modularlo y aconsejar las mejores políticas turísticas a emprender, tanto el ayuntamiento como en Turismo de Barcelona.
¿En qué consiste la certificación Biosphere? ¿Está basada en las ODS de las Naciones Unidas?
Biosphere surgió muy al principio de la introducción de los conceptos de sostenibilidad, y desde el principio contemplaba temas medioambientales, pero también sociales y económicos. El primer gran destino que se certificó con Biospehre Tourism fue Barcelona.
Las certificaciones de turismo sostenible están basadas en tres grandes bases: la sostenibilidad social, la medioambiental y la económica. Últimamente, se ha añadido una cuarta, la del buen gobierno. Registra una serie de indicadores que se auditan en base a una serie de preguntas para cada una de las dimensiones.
Es cierto que desde la creación de los ODS, estas certificaciones se han adaptado a sus exigencias, para ir alineados en la misma dirección y buscando la armonización entre los indicadores tradicionales de certificación y los 17 ODS. Estos objetivos deberían estar muy presentes siempre en nuestras vidas, no utilizarlos solo como ‘literatura de referencia’, incorporarlos en las planificaciones estratégicas y en la ‘triple cuenta de resultados’: económicos, sociales y medioambientales. En el caso de las actividades turísticas, hay que hacerlo desde el propio diseño de las mismas. Pero aún estamos muy lejos de todo esto.
Finalmente, ¿cómo se ha visto afectada la relación entre el turismo y la vida local en la situación pandémica actual?
La pandemia ha tenido un doble efecto. Por un lado, ha disminuido la presión en aquellos lugares con más afluencia de turistas, favoreciendo el retorno a la ‘normalidad’ del ciudadano y con menor presión sobre la vida local. Pero, por otro lado, este descenso ha provocado el cierre de muchos establecimientos de restauración y hoteleros, o la reconversión de muchas viviendas de uso turístico, por ejemplo. Por tanto, esta ‘normalidad’ no es tal, porque ha desaparecido mucha de la oferta que había anteriormente, con pérdidas de puestos de trabajo. Y esto tiene un impacto negativo en el conjunto de la ciudadanía, aun habiendo disminuido la “turismofobia” que se había declarado como ‘saco de golpes’ de muchas frustraciones de la ciudad. Hemos de buscar mejores balances, con ventajas e inconvenientes, sin ancorarnos en los extremos.