“No podemos vivir en ‘torres de marfil’, la Universidad debe ir evolucionando hacia un modelo de vínculos muy necesarios con las empresas, conformando un sistema de enriquecimiento de su actividad y de su conocimiento”.
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| Dr. Lluis Comellas. Vicerrector de la Universidad Ramon Llull y Profesor de IQS School of Engineering (imagen cedida por la AIQS) |
1. Empecemos hablando de la disponibilidad actual de fondos económicos ara investigación dentro del sistema universitario del estado español.
Es bien conocido que hablamos mucho de ir hacia la industria del conocimiento, pero la realidad es que la situación es muy regular. Aspectos como pueden ser la Investigación básica, la académica (comunicaciones, publicaciones, participaciones en congresos, tesis doctorales, etc.) tienen un nivel en Cataluña y en España que podemos calificar de bueno. Tomando como ejemplo las publicaciones en revistas científicas, nos situaríamos dentro de los 10 primeros países productores del mundo, que está muy bien. Pero, por otro lado, la inversión que se hace en I+D+i está claramente en la banda baja de cualquier comparación que se quiera hacer: en España, debe estar cerca del 1.3% del PIB, cuando en Europa Central o Norte de Europa puede estar cerca del 3%. En Austria, por ejemplo, esta inversión es del 2,8% de su PIB … y aun destaca más si lo expresamos en € por habitante: en España es de 279€, mientras que en Austria son 1073.
Parece casi milagroso que tengamos una investigación científica tan excelente y competitiva, con una buena red de relaciones internacionales. Más aún si consideramos otro dato: de este 1,3% del PIB, la contribución de empresa e instituciones privadas es menos del 50%, cuando en otros países más punteros en innovación (como Japón, por ejemplo, donde el % sobre el PIB es superior al 4), esta contribución de participación del tejido productivo supera el 60%, casi llega al 70%, y en EEUU está también por encima del 50. Esto indica que la capacidad innovadora y creadora de nuestra industria es bastante baja, y condiciona mucho la actividad de una Universidad que ‘alguien’ podría pensar que está sobredimensionada para la capacidad de absorber conocimiento que tiene el tejido productivo español.
En resumen, la base científica existe, pero con unos recursos muy escasos.
2. Entonces, ¿para qué necesita una universidad hacer transferencia de tecnología?
Lo necesita por muchas razones. Primero, porque lo necesita el propio país para mejorar y avanzar: cuando la ‘ciencia’ se comercializa desde la industria, se traduce en riqueza, en puestos de trabajo y en incremento del PIB. La capacidad de la universidad para la explotación comercial de su propia actividad de investigación es muy limitada. Además, tampoco es su función: pueden crear spin-offs, pueden participar en start-ups, … Pero la actividad de la universidad es crear conocimiento y transferirlo.
En segundo lugar, porque de alguna forma el conocimiento necesita realimentación. En la Universidad, más incluso que en los Centros de Investigación, debe haber un componente muy importante de investigación básica, pero no hacerla sobre cualquier tema o aspecto. La industria y el tejido productivo deben realimentar y orientar hacia las áreas de investigación más adecuados, porque si no podemos estar especulando en campos que se pueden entender dentro de áreas de filosofía pura … pero en campos económicos, ciencias sociales, de la salud, ciencias aplicadas o ingenierías, hemos de estar atentos a las necesidades reales de la sociedad. El contacto con la empresa debe ser a dos bandas, señalándose mutuamente los caminos a seguir.
3. ¿Y cómo se puede estimular al profesor universitario, con mucha carga docente y de investigación para promocionarse, que haga a la vez transferencia tecnología?
El profesor universitario debe atender las diferentes misiones de la Universidad: la Docencia, excelente e innovadora, la Investigación y la Transferencia, junto con tareas de gestión en muchos casos. Ni todos tienen las mismas capacidades ni los mismos intereses a lo largo de la vida, pero hace falta ser consciente de las tres actividades mencionadas. Me parece muy oportuno que, en cada momento, el profesor conozca todas las misiones, las tenga presentes y las pueda ir combinando. Fomentar las capacidades y excelencias de cada uno, sin dejar a un lado las demás.
Hay dos aspectos que podrían favorecer entre los profesores esta necesidad de hacer transferencia y estar en contacto con la empresa, que quizás se va adquiriendo con la experiencia y viendo más aplicaciones reales de su campo de trabajo. En primer lugar, todo esto es función de los ‘incentivos’. Volvamos a preguntarnos porque tenemos tan buen índice de publicaciones y de calidad de investigación, cuando en nuestro territorio los recursos no son precisamente abundantes. En los años 80 se creó un estímulo que se denomina sexenios de investigación, que consiste en evaluar cada seis años la calidad de un investigador, en base a sus cinco mejores producciones científicas (entendidas estas básicamente por sus publicaciones). Esta oportunidad de reconocimiento de la actividad cada seis años, que además lleva asociado un incremento de retribución salarial (en el caso de la universidad pública), ya indica el camino a seguir.
Ahora que todo esto ya ha conseguido unos niveles razonablemente buenos y con mecanismos que funcionan, ¿por qué no valorar la Transferencia de tecnología como un mérito reconocido, tanto económicamente como de prestigio y ascenso en la escala profesional? Se habla mucho, pero no se acaba de implementar… y sería un camino.
El segundo aspecto muy importante: tanto en investigación como para transferencia, el profesor huye siempre de la burocracia asociada que conllevan. Un buen estímulo seria dotar a los centros de una estructura de soporte en todos los temas de solicitud, justificaciones económicas y seguimientos de los proyectos, información de las convocatorias, procedimientos, etc.
4. ¿Cuál ha sido la clave de IQS para mantener de forma permanente una elevada productividad y excelencia en la Transferencia de tecnología?
En este caso añadiría que se trata de una necesidad hecha virtud. IQS, desde sus orígenes, y ahora también integrado dentro de la Universidad Ramón Llull, es una entidad privada sin ánimo de lucro. Esto significa que no cuenta con el soporte basal para hacer investigación que pueden tener otras universidades y, por tanto, lleva en su propio ADN la búsqueda de estos fondos que el Centro necesita: IQS se debe a la Sociedad y lo hace desde el cumplimiento de sus tres misiones: docencia excelente, investigación acorde con sus posibilidades y una transferencia que proviene de los propios contactos. Su propia dimensión de Centro pequeño hace que busque la interrelación necesaria con la Empresa, a la vez que enriquece mucho las actividades docentes de los profesores.
Esta disponibilidad de investigar con la Empresa obliga a estar muy atento en buscar rendimiento en lo que se hace, conocer las necesidades reales de las empresas y buscar cuales son más innovadoras, las que buscan llegar más lejos.
La universidad clásica se ha dado cuenta que debe evolucionar hacia este modelo, ya no se puede vivir en ‘torres de marfil’, lo cual la empuja a buscar vínculos con las empresas, creando parques tecnológicos o científicos, por ejemplo.
Lo que surgió inicialmente como una necesidad de crear fondos para la propia actividad universitaria, se ha conformado como un sistema de enriquecimiento de la propia actividad de IQS y de su conocimiento, muy especialmente en aquellos capos que le son propios y le hacen destacar en esta forma de hacer.
5. A lo largo de su carrera profesional, usted ha hecho Docencia, Investigación, Transferencia de tecnología y Gestión. ¿En cuál de los ámbitos ha disfrutado más?
He disfrutado en todos, pero donde me he sentido más a gusto ha sido encerrado en clase con los alumnos. Siempre he tenido mucha sintonía con ellos, he buscado hacer las clases agradables y útiles. Cuando estás dando clase, eres consciente que en aquella hora sagrada nada te distraerá y estás totalmente concentrado en lo que estás haciendo, solo está la clase ¡y nada más! …. Es una sensación difícil de describir.
También me he sentido muy a gusto con los temas de transferencia, con los contactos con la industria y de los ‘servicios ofrecidos’ (pequeños problemas resueltos en poco tiempo). Porque aquí aprendes a trabajar considerando que todo cuenta: el tiempo, el dinero, el no ir más allá de lo que te piden … te dota de una forma de pensar mucho más profesional, de la que carece quien no ha hecho transferencia. Y esta profesionalidad se puede transmitir, mediante las aulas, desde el profesor universitario a sus alumnos, la mayoría de los cuales acabarán en el mundo empresarial. Es una forma de enriquecer la función docente: es muy importante tener grandes académicos, pero a veces parece que los profesores forman alumnos para ser también profesores… ¡cuidado con esto! Estadísticamente, el 90% de los alumnos serán profesionales del mundo empresarial, donde tendrán una forma de trabajar muy distinta de la universitaria. Y éste es un valor muy importante que aporta el trabajo en transferencia.
6. Desde el Vicerrectorado de Investigación que usted lidera, ¿cómo se está promoviendo la investigación, dentro de la diversidad de ámbitos docentes que conforman actualmente la URL?
Por ser una universidad generalista, hemos de fomentar la investigación en todos sus ámbitos, aunque tenemos una carencia: dentro de las Ciencias de la Salud, la URL no tiene Facultad de Medicina.
El objetivo es garantizarlas oportunidades de investigación a todos los profesores universitarios consolidados. Una universidad de tipo federal como la nuestra, lo consigue coordinando esfuerzos entre los centros (IQS, ESADE, BLANQUERNA, PERE TARRES, etc.), que son los que matriculan a los alumnos, contratan profesores y disponen de fondos y posibilidades para investigar, y el Rectorado, que debe colaborar en el fomento de esta actividad.
La función del Rectorado es la de representación y visualización de la actividad académica e investigadora frente a la Sociedad. Por tanto, una de nuestras funciones, y no es menor, es la de dar a conocer qué se hace en la URL.
En segundo lugar, hemos de colaborar para garantizar el contacto del investigador y de los Grupos de investigación con el mundo de las convocatorias, nacionales e internacionales. Somos el vehículo mediante el cual éstas llegan a los investigadores: las enviamos, damos soporte y las tramitamos.
También somos los encargados de conseguir fondos directamente de instituciones, gobiernos, etc. que llegan a la Universidad y los distribuimos a través de convocatorias propias limitadas al PDI (Personal Docente e Investigador) de la Universidad, para lograr un efecto multiplicador. Lo hacemos desde la convocatoria de Intensificación de Investigación (para disminuir durante un año la dedicación a la docencia en favor de la investigación), la convocatoria de Actividades de contratación de recursos humanos juniors, la de Movilidad internacional (tanto para llevar profesores nuestros a otro centro, como para invitar a especialistas internacionales a visitarnos), la convocatoria denominada Proyectos tractores (para favorecer por ejemplo la participación en proyectos europeos). Y damos difusión de todas ellas a través de nuestro boletín.
7. Finalmente, ¿qué proyecto personal le queda por desarrollar en el mundo académico?
En esta etapa de mi vida, estoy más para cerrar que para abrir proyectos y, con mis evoluciones a lo largo del tiempo, con gran incremento de las tareas de gestión, me gustaría poder ayudar a mejorar aspectos de transferencia.
A todas las universidades les queda aún un gran camino a recorrer, en el campo de la investigación, de la innovación, de la actividad docente… pero en áreas de transferencia, nos queda mucho que hacer. Como ya hemos comentado, estamos muy bien posicionados a nivel de publicaciones, pero en transferencia ocupamos posiciones más bajas, como la 30 a nivel mundial … lo cual representa tener delante a muchos países y mucho trabajo que hacer. ¡A ver si podemos ayudar a mejorar!