Una de las grandes fortalezas del máster es el equilibrio entre teoría y práctica. Esto nos permite experimentar los conceptos aprendidos y disfrutarlos en el laboratorio. Poder poner en práctica los conocimientos adquiridos hace que la experiencia formativa sea mucho más enriquecedora.
Formar parte de un grupo reducido ha sido todo un privilegio. Esta proximidad ha creado un ambiente cercano y colaborativo, favoreciendo una comunicación fluida con el profesorado y fomentando un espacio de aprendizaje mucho más personalizado y dinámico.